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Mostrando entradas de octubre, 2017

BLOQUEO

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Durante mucho tiempo he sufrido un bloqueo muy persistente. Ha durado años (más de diez) y aún no lo puedo dar por terminado, pues algún que otro día especial, en el que parece que el sentido de las cosas brilla por su ausencia, todavía puedo sentir sus efectos. El bloqueo consiste básicamente en la imposibilidad de llevar a cabo acción alguna. Dicho de otra forma, en no poder hacer nada.  Matización: con “nada” me refiero a aquello que, por obligación externa o interna, debería hacer. Por obligación externa entiendo cualquier imposición que viene de fuera, como, por ejemplo, el realizar las tareas que me exigía mi trabajo. La interna sería toda imposición que viene de dentro; aquí los ejemplos son múltiples, porque se trata de cualquier tarea que mi propio yo me requiera, como leer un libro o limpiar el baño.  El caso es que mi mente, sin que yo pueda controlarla, comienza a transmitirle a mi cuerpo que no se mueva. Es algo involuntario que me domina. Los mensajes que le

¿SOCIALES POR NATURALEZA?

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El otro día escuché en el telediario que la soledad se había convertido en una de las principales causas de muerte entre las personas mayores. En la noticia daban por hecho que en nuestro ADN se encontraba la necesidad de estar con los otros, de tal forma que su ausencia nos afectaba seriamente a la salud. Luego seguí viendo las noticias y esto me pareció muy pero que muy cuestionable, la verdad. Guerras, corrupción, incendios provocados, atentados, intolerancia, incapacidad para el diálogo. Eh..., ¿en serio está en nuestra naturaleza el gusto por estar con nuestros semejantes?  Aquí hay algo que falla... Lo curioso es que, a lo largo de la historia, han sido muchos los filósofos que han defendido que sí somos sociales por naturaleza, es decir, que sí nos sentimos naturalmente inclinados a juntarnos con otros seres humanos. Pero, no sé, la experiencia cotidiana siempre me ha hecho desconfiar de sus argumentos (a pesar de que la mayoría de ellos son bastante consistentes). 

¿EL PERDÓN?

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Cumpleaños de P., uno de los mejores días de mi vida. Suena el teléfono. Lo coge P.; son sus padres. Habla durante un rato con ellos, un rato bastante largo. No parece una felicitación al uso.  Cuando cuelga le pregunto qué tal y me dice que bien, que sus padres le han dicho que lo sienten, que quieren normalizar la situación. Me han invitado a comer. Yo, evidentemente, no voy; antes tienen que resolver entre ellos tantas cosas...  Así que, se va P. a comer con ellos. Y cuando vuelve, me cuenta la conversación. Le han pedido perdón por todo, han reconocido lo mal que lo han hecho y más o menos le han explicado por qué actuaron así. Quieren que las cosas se arreglen y podamos tener una relación normalizada. Para ello se comprometen a restablecer la confianza perdida con P.  Yo me alegro mucho, pero desconfío enormemente y pongo mis condiciones. Yo también necesito tener una conversación a fondo con ellos. P. me pone pegas; no quiere alterar algo que, por ahora es tan fr